viernes, 26 de julio de 2013

Capítulo 6.

Cuando conocí a Laura era una chica tímida, lo es, mejor dicho. La noté muy insegura y desconfiada la primera vez que hablé con ella. No me creí demasiado la excusa de las universidades de Reino Unido. ¿No había buenas universidades en España? Mis padres querían enviarme allí, pero decidieron enviarme aquí. Era nuestro primer día de clase y nos costó un poco orientarnos por allí, pero conseguimos encontrar el aula. Me dirigía junto a ella hacia nuestra primera clase: matemáticas. Entré a esta pensando que Laura iba detrás mía, pero me equivoqué. No estaba, había ¿desaparecido? ¿huído? Intenté ir a buscarla pero entró el profesor y empezó la clase. (...) Tocó el timbre que señalaba el cambio de clase, cogí mi maleta y salí de allí. Quería buscar a Laura, podría estar en la habitación, en los vestuarios, en el campus etc. Solo quería encontrarla y preguntarle el porqué de su huida. Llegué al baño y escuché a alguien sollozar. Laura, fue lo primero que pensé. -Laura, ¿eres tú? -dije acercándome al baño de donde venía el ruido -Sí, snif, snif -dijo comenzado a llorar de nuevo. -Laura, abre la puerta y cuentame que te pasa, solo te quiero ayudar. -No, no quiero que me vean, quiero desaparecer -dijo llorando. -Laura, por favor. -No, no. -Laura, solo quiero ayudarte. Laura solo lloraba. Esa actitud de inmadurez de Laura me estaba hartando un poco y decidí dejarle las cosas claras. -A ver Laura, ¿¡TÚ SABES LA QUE TE PUEDE CAER POR FALTAR A CLASE?! -dije enfadada. -¿Y TÚ SABES POR LO QUE ESTOY PASANDO? -NO, NO LO SÉ. ¿POR QUÉ NO HAS IDO A CLASE? -POR QUE TENGO MIEDO. -¿MIEDO DE QUÉ? -Miedo de que me juzguen, -dijo bajando el tono de voz- miedo de que piensen mal de mí, miedo de que me acosen, de tener que huir, miedo de que me pase como en España y me intente suicidar para desaparecer de las críticas, de los insultos y de las risas. -Abre la puerta por favor -dije medio en shock. Ella abrió la puerta y la vi sentada en la taza del wc con los ojos rojos, llorosos, hinchados y enrojecidos. Mi único impulso fue abalanzarme sobre ella y abrazarla a lo que ella me respondió el gesto. Ella lloraba sin parar en mi hombro. ¿Se intentó suicidar? Ahora lo entiendo todo, la timidez, el cambio repentino de conversación en la cena. Todo encaja, como si de un puzzle se tratase. *Narra Laura* Cuando tocó el timbre que señalaba el final de la primera clase pensé que nadie me echaría en falta, que nadie se daría cuenta de que me fui de allí, aunque me equivocaba; alguien tocó en la puerta, era Sandra. -Laura, ¿eres tú? -dijo ella acercándose a la puerta; solo le veía los pies. -Sí, snif, snif -dije comenzando a llorar de nuevo. -Laura, abre la puerta y cuenta me que te pasa, solo te quiero ayudar. -No, no quiero que me vean, quiero desaparecer -dije llorando, mi único desahogo hasta el momento. -A ver Laura, ¿¡TÚ SABES LA QUE TE PUEDE CAER POR FALTAR A CLASE? -dijo ella gritando, estaba realmente enfadada. -¿¡Y TÚ SABES POR LO QUE ESTOY PASANDO!? -dije dolorida. -NO, NO LO SÉ. ¿POR QUÉ NO HAS IDO A CLASE? -POR QUE TENGO MIEDO. -¿MIEDO DE QUÈ? -Miedo de que me juzguen, -dije bajando el tono de voz, no hacía falta gritar- miedo de que piensen mal de mí, miedo de que me acosen, de tener que huir, miedo de que me pase como en España y me intente suicidar para desaparecer de las críticas, de los insultos y de las risas -dije desahogándome, quitándome un gran peso de encima.

sábado, 20 de octubre de 2012

Capítulo 5.

Cuando salí del baño Sandra ya estaba vestida y demás. Nos dirigimos al comedor a desayunar aún con legañas en los ojos. Mi primera clase: matemáticas. Era mi primer día y seguramente "me presentarían". Seguro que dirían que soy de España y más tonterías. Miedo, ahí estaba el miedo de la primera impresión, ¿qué dirían de mí? ¿Qué pensarían de mí? Miedo, más miedo se adueñaba de mi cada vez más. No, no quería entrar, no quería que tuvieran esa primera impresión de mí. Solo quería correr, salir de allí, no ser vista. En lo que me dio tiempo a encontrar un baño y
correr ya estaban mis ojos llenos de lágrimas. Me metí en uno de
los baños y solo pensé en llorar. No tenía otro desahogo en aquel
momento. Pasó una hora por que oí como el timbre sonaba indicando el comienzo de la siguiente clase.

-Flashback-
*Narra Sandra*
-Jovencita, eso no puede seguir así -dijo mi padre admirando mis
notas. Había suspendido 8 asignaturas y mis padres no es que
estuvieran muy contentos con ellas.
-Vamos a tener que tomar medidas -dijo esta vez mi madre. ¿Qué iban a hacer? ¿Castigarme un mes sin salir? Me daba igual. Subí a mi cuarto a desconectar un poco de ese mal rollo que inundaba la cocina. Cogí mi móvil y me tumbé en la cama. Puse el WhatsApp y empezé a hablar con Alex. Sí, mi novio. Es rubio, alto, ojos color caramelo y una sonrisa preciosa. Nos queríamos más que a nada y nadie podría cambiar eso. Me cuidaba, me protegía, me quería. Estaba hablando con él por WhatsApp y le conté lo de las notas y el castigo. El me prometió ir a verme cada vez que pudiese durante el castigo. Un grito de mi madre desde la cocina hizo que dejara la conversación con Alex y acudir a su llamada. Llegué a la cocina y mis padres me tenían "algo" que decirme. Me entregaron un panfleto, en
el ponía. "Academia residencial Wolverhampton". ¿Academia?
¿Residencial? ¿Wolverhampton? ¿Qué coño estaba pasando aquí?
-¿Qué significa esto? -dije enfadada.
-El curso que viene estudiarás y vivirás allí -dijo mi padre muy
decidido.
Tire el panfleto al suelo y subí rápidamente la escalera comenzando a llorar. No quería irme, no quería dejar a Alex, a
mis amigos, no quería estar encerrada en una residencia, solo quería ser libre, ¿pero había otra opción? No, no la había. Sí, quería estudiar una carrera, trabajar, ganar dinero etc. Solo tenía aquella opción. Solo es un año, tendré vacaciones pero no será lo mismo. Seguía llorando, era mi único desahogo. Mis padres parecían que me querían
destrozar la vida por que lo habían conseguido. Cogí el móvil y
hablé con Alex, le conté lo de la academia. El me dijo que vendría
verme, yo también podía ir a verle a el. Me llamaría todos los
días e intentaríamos no perder el contacto. Definitivamente quería
a este chico.
Me despedí de mis padres con un seco "adiós" y me dirigí
hacia el tren. Una hora tardaba el tren en llegar a Wolverhampton.
Cuando llegué a este no tuve que coger ningún taxi ni nada, había
estado en Wolverhampton varias veces y me conocía el lugar. Llegué a la academia y me quedé admirando el gran portón de madera. Instituto nuevo, casa nueva, nuevos amigos, nueva ciudad. Mi vida en menos de lo que canta un gallo había cambiado demasiado. Subí la gran escalera que terminaba en ese gran portón de madera. Lo abrí y
me quedé impresionada con lo grande que era el lugar. Un jardín
cuadrangular y alrededor de este, pasillos al descubierto. Encontré
fácilmente la secretaría, era muy autosuficiente para estas cosas,
no me hacía falta preguntar a nadie. En esta me dieron la llave de la habitación, el horario y el uniforme. Mi compañera de cuarto sería una tal Laura Gómez que llegaría dentro de unos días. Fui hasta mi residencia y llegué a mi habitación. Mañana empezaría
las clases.
*Fin del flashback*

martes, 16 de octubre de 2012

Capítulo 4.

-Ui, ¿que hora es? -preguntó Sandra.
-Las nueve y media de la noche.
-¿Vamos a cemar?
-¿Ya?
-Sí, ¿a que hora cenas si no?
-¿A las diez y media?
-Joder -dijo sorprendida.
-Soy de España, por si no lo sabías.
-Ala, que guay -dijo sorprendida- ¿Me llevarás algún día? Todavía no he salido de Reino Unido. Por fi -dijo haciendo pucheros.
-Algún día te llevaré, ¿contenta?
Sandra asintió felizmente a mi proposición.
-¿Vamos a cenar?
-¿Tan temprano? -dijo imitando mi voz, a lo que las dos reímos.
-Ven que te indique el comedor -dijo saliendo de la habitación.
El comedor no quedaba muy lejos de nuestra residencia y no era muy difícil de encontrar. Entramos en este y era una gran sala llena de mesas redondas y sillas. A la izquierda había un pasillo por el que pasabas con tu plato mientras las cocineras me servían la comida. Llevaba pocas horas en Londres pero estaba cambiada, tenía ganas de vivir, quería estudiar, terminar los estudios e ir a la universidad y estudiar medicina. Siempre me ha gustado el hecho de poder ayudar a la gente y verlas feliz por estar recuperándose gracias a mi ayuda. Sandra y yo nos sentamos en una de las mesas redondas. Sandra comenzó a hacerme una serie de preguntas que más que preguntas eso parecía un interrogatorio.
-Bueno, a ver, ¿cuántos años tienes? -dijo dándole un bocado a su trozo de pizza.
-15.
-¿Por qué estas aquí?
-Por que... -esa pregunta me dejó algo paralizada, conocía a Sandra desde unas pocas horas y todavía no tenía total confianza en ella para contárselo.
-Por que siempre he querido estudiar medicina, y en Reino Unido existen las mejores universidades.
-¿Y por qué Wolverhampton?
-En Londres capital son más caras las academias. Venga, ahora me toca a mí, -dije cambiando radicalmente de tema- ¿cuántos años tienes?-dije cambiando de tema.
-15.
-¿Por qué estas aquí?
-Yo no soy de aquí, de Wolverhampton, yo soy de Glasgow. En mi antiguo instituto sacaba muy malas notas y mis padres como "castigo" decidieron enviarme aquí, separándome de todos mis amigos.
-Lo siento mucho.
-Bah, no pasa nada, lo superaré.
Terminamos de cenar, recogimos las bandejas y volvimos a la habitación. A las 22:00 había toque de queda, sí, allí eran muy estrictos. Llegamos a las habitación y caí rendida en la cama, estaba cansada del viaje y todo ese rollo, solo necesitaba descansar para al día siguiente empezar las clases con buen pie. Yo estaba tumbada en la cama, mientras Sandra estaba en su cama mirando el móvil, seguramente estaría hablando con su novio por WhatsApp. Yo estaba mirando al techo, pensando, que raro, pensando en todo lo que había pasado en un día, el viaje, Liam... También pensaba en como estaría mi madre, ¿habría llorado? Seguro. Mi vida había dado un giro de 360º, en Wolverhampton, en una academia, con una amiga, sí, e incluso con un amigo, en España no tenía de esos. Con tanto pensar me entró el sueño y me dormí, no sin antes poner la alarma del despertador, no quería llegar tarde el primer día. El insoportable sonido del despertador fue el que me despertó, bueno y también me despertó el "¡buenos días Laura!" de Sandra. Me levanté, cogí el neceser, el uniforme. La clásica falda de cuadros y el polito blanco, aunque, miradle el lado bueno, no tenía que pensar que me pondría por la mañana. Fui, acompañada de Sandra, al vestuario, era como un gran baño que compartíamos todas las chicas de esa residencia. Espejos, lavabos, duchas, wc's y bancos. Cogí mi neceser y lo puse en uno de los lavabos libres, que cara de zombie tenía por la mañana; me lavé la cara, me peiné etc. Luego me metí en uno de los vestuarios y me cambié, el uniforme me quedaba bien, para qué mentir.

sábado, 13 de octubre de 2012

Cápitulo 3.

Me quedé atónita admirando la entrada. Sentía que era mi puerta hacia mi vida nueva, hacia 'la nueva Laura'. Suena irónico, ¿no? No sabía como describir aquella sensación. La puerta en sí era una gran escalera que terminaba en un enorme portón de madera.
-Se te cae la baba -me dijo Liam sonriendo de lado.
Es raro que haya conocido hace escasos minutos a este chico, pero parecía majo, aunque las aparencias engañan.
-Es que es tan... Inmenso.
-Solo es una puerta.
-Pero no sabes todo lo que significa para mí.
-Ah, ¿no? ¿Me contarás algún día el por qué?
-Mmm... Puede -dije sonriendo.
Comenzé a andar hacia la puerta y Liam me siguió detrás de mí. Él abrió la puerta y me dejó que pasase.
-¿Ahora donde tengo que ir?
-Sígueme novata.
Le seguí hasta lo que se supone que era la secretaría. Allí me dieron la llave de mi habitación, el uniforme y todo lo necesario de allí.
-Te veré en clase, ¿no? -me dijo Liam.
-Claro -dije sonriendo.
"Vale, a ver Laura, ¿donde tengo que ir ahora? Tendré que ir a mi residencia, creo" pensé. Intentaba acercarme a alguien para decirle un: "Hola, soy nueva y estoy perdida", aunque ahí estaba el miedo de la primera impresión, de qué pensarán de mí al verme. No Laura no, recuerda: "sé tu misma, vuelve a nacer, deja el pasado atrás". En ese momento me armé de valor, dejé  el pasado atrás, fui yo misma, volví a nacer. Me acerqué a una chica alta, piel blanca, labios finos, gran sonrisa,  ojos castaños, pelo por debajo de los hombros y algo ondulado.
-Hola, soy Laura. Soy nueva aquí y no sé ha donde ir, ¿me podrías
ayudar?
-Hola, yo soy Sandra, encantada-dijo esbozando una sonrisa. ¿Ayudarte? ¡Claro! Nueva, ¿no?
-Emm.... Sí, ¿donde esta la residencia de las chicas?
-Pues ve recto y giras a la derecha.
-Muchas gracias -dije yéndome en la dirección que me indicó aquella chica, Sandra.
Fuí por donde me dijo la chica, pero no había ninguna residencia. Solo veía jardines y más jardines. ¿Donde estaba? Estaba perdida, eso era lo único que sabía.
-¿Estas perdida? -dijo una voz detrás de mí.
-Tengo un spray antivioladores y si quiero lo puedo utilizar -amenazé.
-¿No sabes reconocer a un amigo?
Me giré y suspiré al ver que era Liam.
-¿Amigo?
-Te he pagado el taxi, ¿no eres mi amiga? -dijo haciendo pucheros.
-Claro que soy tu amiga, pero me has dado un susto de muerte. ¿Me indicas donde esta la residencia de las chicas?
-Sígame señorita -dijo sonriente.
Fuímos andando hasta un gran edificio.
-Aquí es.
-Muchas gracias Liam.
-Para eso estan los amigos, ¿no? Hasta luego -dijo yéndose.
No lo dudé ni un segundo, fui a mi habitación a descansar, mañana empezaría las clases. Tarde un poco en encontrar mi habitación, ya que había habitaciones a montones. Al fin la encontré, la 324. Era pequeña, pero acogedora y bonita. Había un armario a la derecha, un escritorio y dos camas separadas por una mesita de noche, encima de estas había una ventana. Empezé a deshacer la maleta y escuché una llave encajarse en la puerta, a lo que me asusté. Al segundo comprendí que no estaba sola en la habitación, que tenía una compañera.
-Hola -dijo la chica.
Me giré y me sorprendí al ver a Sandra.
-¡Tu! -dije molesta.
-¿Qué pasa?
-Me he perdido por tu culpa.
-Eh, eh, lo siento, se me da muy mal dar indicaciones.
-Al fin y al cabo tengo que perdonarte, eres mi compañera de cuarto.
-¿Pero seremos amigas?
-¿Qué le ha dado a todo el mundo ahora por los amigos?
-Y yo que sé.
-¿Es tu primer año aquí? -pregunté. -Sí.
-¿Y cómo me diste aquellas indicaciones?
-Me las inventé.
-¿Enserio?
-No -dijo en una carcajada-. Sabía donde estaba por que lo pregunté en secretaria.
-Ah, claro, todo encaja -dije irónicamente.

jueves, 11 de octubre de 2012

Capítulo 2.

Por fin llegó el día. Mi vuelo salía a las cinco de la tarde aunque había que estar dos horas antes para facturar y todo ese rollo. Acababa de comer y de momento a otro expulsaría la comida a causa de los nervios que tenía. Pasé mi maleta por los rayos X y ha partir de ahí ya tendría que ir yo sola hacia el avión. Sí, el momento de la despedida. Mi madre era un mar de lágrimas y sonrisas, tenía un brote bipolar. Ella estaba triste, no quería ver a su pequeña marcharse y por otro lado feliz al ver que su hija volvería a nacer de nuevo. "Último aviso: pasajeros con vuelo 5207 hacia Wolverhampton, puerta de embarque número 2". Esas palabras se me quedaron grabadas en la cabeza como tinta al cuerpo en un tatuaje. Último abrazo seguido de un: "sé tú misma, vuelve a nacer, deja el pasado atrás" de mi madre. Esas palabras hicieron que mis nervios desaparecieran. Y ahí estaba yo,  caminando hacia la puerta de embarque junto a mi maleta. Definitivamente, iba a nacer de nuevo. Tres horas. Eso es lo que tardaba el avión desde Málaga a Wolverhampton. (Sí, es raro que un vuelo vaya desde Málaga a Wolverhampton, pero da igual :3) Subí a este con el billete en la mano. Aquí, asiento número 3. Tuve suerte de no tener nadie a mi lado. Cogí mi MP3 y coloqué los auriculares en mi oído dejándome llevar por la música, la única que me entendía. Y la pregunta era: ¿qué hacía una chica de 15 años en un avión rumbo a Reino Unido? Sí, sabía algo de inglés, no es por presumir pero era bastante buena en inglés y asistía a la escuela de idiomas, algo que me beneficiaba en este caso. Y, sin darme cuenta,  ya estaba en tierra británica. No os puedo decir si era bonita, solo veía aviones en una gran pista. Salí del avión y tomé una gran calada de aire. "¿Respiras eso pequeña? Es el olor de tu nueva vida" pensé.  Respirando hondo bajé la escalera del avión y me dirigí a por mis maletas. El aeropuerto era algo pequeño, lo suficiente para Wolverhampton. Recogí mi maleta y salí del aeropuerto en busca de un taxi. Estuve como unos diez minutos esperando a que alguno parase, ya que a todos los que pasaban les llamaba, pero ninguno venía hacia mí. A mí derecha había un chico con una maleta y en la misma situación que yo, buscando un taxi. Lo miré varias veces y el también me miró a mí, era muy guapo.
-No sabes llamar un taxi -me dijo.
-¿Por qué no?
-Mira y aprende.
En ese momento pasaba un taxi. El chico levantó su mano y silbó, a lo que el taxi acudió a su llamada. Abrió la puerta de este.
-¿A donde vas? -me preguntó.
-A la academia Wolverhampton.
-Anda, igual que yo. ¿Subes? -dijo enseñando una preciosa sonrisa.
¿Qué queréis que os diga? No pude decir que no a esa sonrisa, así que subí con el al taxi, dejandp mi maleta en el maletero.
-¿Cómo te llamas? -me preguntó.
-Laura, Laura Gómez, ¿y tú?
-Liam, Liam Payne. No eres de aquí, ¿me equivocó?
-En absoluto, soy española.
-¿Y que hace una española en Wolverhampton?
-Empezar una nueva vida.
-Ya hemos llegado.
Busqué en mi bolso mi monedero para pagar al taxista, pero Liam se me adelantó.
-¿No habrás...?
-No iba a dejar que pagases.
-Te debo una -dije saliendo del taxi.

martes, 9 de octubre de 2012

Capítulo 1.

Otra mañana, la misma rutina de siempre. Mi madre me había quitado del instituto y no me pondría en otro "hasta que yo me recuperase", ilusiones suyas. Mi madre no era la misma desde el accidente, cada vez que me miraba sentía el miedo de ver a su hija intentándose suicidar de nuevo en sus ojos, el miedo de volver a verla en una camilla medio muerta en dirección al hospital. Me levanté a desayunar. Solo me levantaba de la cama para desayunar, almorzar, cenar e ir al baño; ¿para qué hacer más? No comía casi nada, no quería engordar, por que si engordaba me dirían gorda. Bajé a desayunar y ahí estaba mi madre.
-Buenos días -dije sin ganas.
-Buenos días hija, ¿cómo estás hoy?
-Igual que los demás -dije echando el café en la taza.
-Em... esto... hija -dijo algo nerviosa.
-¿Sí? -dije girando y quedando frente a ella.
-Pues... que yo solo quiero lo mejor para ti y estar aquí en España te está haciendo daño.
-Mamá, ¿que quieres decir con eso?
-La semana que viene te vas a Reino Unido, exactamente a Wolverhampton, allí e encontrado una buena academia donde estudiarás y vivirás durante el curso que te queda.
Me quedé en shock. No sabía si llorar de alegría por escapar de aquí y sentirme libre o llorar de pena por dejar mi ciudad natal, mi Málaga, mi madre, mi hermano Fran, el cuál no vivía con nosotras y a mi padre. Ellos estaban separados pero mi relación tanto con el como con ella no había cambiado en nada. En ese momento solo decidí darle un abrazo, seguido de un "gracias mamá" con mi voz rota. A continuación subí a mi cuarto y me tumbé en mi cama aunque con algo diferente. Esta vez no pensaba en el "¿por qué a mí?", si no en un "¿por qué la vida me da una segunda oportunidad? ¿Por qué a mí?" Una segunda oportunidad para volver a nacer, para empezar de nuevo y dejar mi pasado atrás. A las pocas horas bajé a almorzar. Feliz. Sí, estaba... feliz, sonaba raro que esa palabra saliera de mi boca. Cuando bajaba las escaleras yo esbozaba una sonrisa, una sonrisa de felicidad, era libre, que bien sonaban esas dos palabras. Cuando llegué a las cocina mi madre se sorprendió al verme con esa sonrisa. Ella me devolvió la sonrisa, un gesto que desde hace tiempo no asomaba por su rostro. Nos sentamos a comer.
-Mamá, ¿cuándo sale el avión? -pregunté.
-Dentro de tres días. Te dejaré en un papel la dirección de la academia para que cuando cojas un taxi en el aeropuerto te lleve allí directamente.
-Gracias -dije de nuevo.
-Solo quiero lo mejor para ti.
Los tres días pasaron más rápido de lo que yo pensaba. El día anterior empece a hacer la maleta. La coloqué encima de la cama y empece a doblar la ropa y demás. Mientras, mi madre estaba mirándome desde el marco de la puesta, esbozando su preciosa sonrisa, la que cada vez se repetía mas en ella.

lunes, 8 de octubre de 2012

Introducción.

Me sentía sola en este gran mundo. Nadie me entendía, todos pensaban que estaba loca, que posiblemente vería visibles o escuchara voces, pero no, no escuchaba ni veía nada. Lo único que podía escuchar eran las criticas. Todo de mí era criticado, desde el primer pelo hasta la suela de mis zapatos. No les gustaba, estaba claro. Si a ellas no les gustaba yo, a los demás tampoco. La gente necesita tener a un líder al que seguir e imitar sus pasos. No me gustaba mi vida. No me quedaban brazos para tantos cortes. Suena estúpido, ¿no? "Pero si eso es dolor, ¿por qué lo haces?" Me escapo del mundo, simple. Quería que todo eso terminara y descarté todas mis opciones posibles. No era un tema de risa. Pensé en hacer una carta, así tendrían un último recuerdo de mí, pero lo descarté en el último momento. No me lo pensé dos veces. Me costó llegar hasta arriba, pero lo conseguí. Se veía toda la ciudad, mi ciudad, mi Málaga. Estaba alto, un quinto piso. Vi pasar toda mi vida por mis ojos, desde la excursión a la granja cuando tenía cinco años hasta el último insulto que escuché hacia mí. Lo único que odio de ese día es haber sobrevivido. No entiendo ni como sobreviví, directamente me desperté en el hospital.  No salí de casa desde aquel día, solo ha pasado una semana, solamente en mi cama sin hacer nada. Mirar al techo pensando el por que de todo. "¿Por qué? ¿Por que me ha tocado a mí sufrir todo eso? No tengo amigos, solo tengo 15 años, no merezco esto." ¿Por qué lo había echo? Ni yo sé la razón. Intentaba desaparecer. Y si no hubiera sobrevivido, ¿alguien se hubiera preocupado por mí? Seguro que no. Apartando todo el tema, mi nombre es Laura, aunque me podéis llamar gorda, estúpida, guarra, puta y demás, ya estoy acostumbrada a que me llamen así. Soy normal aunque a la gente le parezca que no, solo soy una chica normal. Pelo largo, rizado, medio liso o como le dicen: sucio. Me siento gorda. Y no, no soy feliz.